
Me espera una barca reflotada,
de remo que el esfuerzo multiplica,
la negrura que dista en la hondanada
lo lastimado que a mi alma salpica,
tan sólo me queda la coartada
del que a la desesperación replica,
y a toda mi esperanza conformada
cuando a tu dulce sortilegio ubica,
de llanto extremo que de nada llora,
dejaste con sed la acequia sonora,
un amor que descomunal reclama,
al invierno que al rebosar derrama,
mi única realidad la que te implora,
que no se extinga en mí tu breve llama
y te acuerdes de mis noches, señora.