domingo, 29 de agosto de 2010

APARIENCIAS


La ciudad duerme,
se cubre de luces que desentonan
y parece que caminara bajo un manto de espesura,
conspira con un duende adusto
para que desmayada, consigaAñadir imagen
un revoloteo de pájaros que delaten la penumbra.
Los colores se bifurcan en la avenida aún caliente,
perdura un aroma a chicharrón que delira,
en el aire una señal queda desafiante,
y el proxeneta regresa para ser el panadero de moral intachable.
Anuncios que incitan al pecado,
perros que ladran entre contenedores su suerte capada,
y una maquinucha intenta limpiar sin conseguirlo
el desastre que regenera la biocenosis.
Una ambulancia encolerizada procura tiempo,
serpentea por la lluvia y el aceite de los carters
con dos vidas,
la que llegará en cuanto escampe,
la que se irá callada y solemne,
mientras los sueños más dispares cruzan veloces
el paisaje que sudado se queda siempre en la almohada.
Mi pueblo duerme,
mi calle se despereza,
mi gente descansa,
y un viento liviano arrastra una bolsa de caramelos.


domingo, 15 de agosto de 2010

PREVISIÓN


Qué mano no acaba implorando.


Tu corona envuelta de frío,
no me amilana y desconfio
del poder en haz resucitado,
sigue así lo estas logrando,
que no entre el sol adyacente
de lleno en mi blanca frente,
por este río amotinado.


Qué lugar dispone al hombre.

El sabor de la fruta incosechada,
no se promete como almíbar salvada,
el gusano se adentra en su entraña,
perdiéndolo todo hasta el nombre,
así acostumbró el amor mi suerte
quererte después de la muerte,
ya mi cuerpo asesinado con saña.


Qué grita la rociá sin memoria.


Templa el acero vertiginoso,
un cáliz que rezume vigoroso
cual agua fiel a la corriente,
caudal que rescinde a la gloria,
así camino por lo que reniego
sólo como teme el ciego,
ver al verdugo de repente.

domingo, 8 de agosto de 2010

VOLVER


Allí donde duerme el pájaro obscuro en agosto,
y caminan minúsculas serpientes amarillas,
allí donde, el dolor es una manzana abierta
sobre la calor y cintura de amantes,
te miro, y tiemblo.

Allí donde el agua no revela su condición,
y el misterio pulcro de la vida se solivianta,
allí donde, mi mano no toca los rebaños
escondidos tras el polvo que narcotiza,
te miro, y tiemblo.

Allí donde todo comienza de noche a morir,
y se mudan las flores con parsimonia,
allí donde, la fiera aún permanece dormida
cuando el tiempo desafía a la sangre,
te miro, y tiemblo.

Allí, en la frontera hecha temblor,
... de tu cuerpo.