sábado, 26 de marzo de 2011

DE LA NADA

De la tarde que no llega nunca viva,
del tiempo que se desloma en un crujir exacto
sudado en la sazón de su derrota,
de la mujer que mira y nada ve,
del hombre que no se reconoce,
del sol que encumbra la marea si es que llega,
del dolor macerando y espantapájaros,
de la torre muda y solemne en el páramo,
del aguijón certero que traspasa ventanales,
del miedo que mi madre afirma,
del miedo porque mi madre tiene miedo,
de la ceniza última esparcida entre toros,
de los que cazan tus dos ojos cerrados,
del fuego encendido como brasero en la memoria,
del útero primer cartucho de la extenuación,
del acero que ha bruñido otro resol,
de la espada volteada por la espada,
de los que retienen todavía un aliento,
del grito que levanta espuma en los balcones,
de la guadaña del cielo que respiro,
... no me hago responsable,
cuando despierto y me despertenezco.


martes, 8 de marzo de 2011

EL SUR





Lejos queda ya el Sur
en los ojos que son limitados,
aunque siempre hay un Sur
si miramos al Norte,
los pájaros viajeros conocen la distancia
y las estaciones,
¿Quién fuera pájaro?
para saber del Sur.

Del Sur el limonero
la azada y el cañaveral,
los trenes,
los temporeros
el trigo, el campesino
la calor,
el sarmiento, la flor
¿Quién fuera pájaro?
para saber del sur.

Después del Sur, el Sur
inacabado, sin fin
azul de nube y jilguero
la lluvia, el bracero
tarde eterna, lánguida
regreso, suceso
tragedia,
sangre, aceituna y piel morena
¿Quién fuera pájaro?
para saber del Sur.

En tí la acequia, la alberca
el perejil y la hierbabuena,
de negro una madre
y el sol que te pertenece,
y pasado el Sur, el Sur
por muy lejos,
por muchos ojos que tenga el alma,
el Sur,
¿Quién fuera pájaro?
para saber del Sur.

domingo, 6 de marzo de 2011

RAZÓN TESTAMENTARIA



Yo supe siempre que todo acabaría
con un silencio de rocío extremo,
que es inútil la coartada infame 
en el tiempo ya sin tiempo,
aferrarse a las horas que ya no son mías
como la hiedra penetrante de final irreductible.
Yo sé que en la desidia del poniente,
el sembrado de añil se expande
con la luz de puesta de mi cuerpo desnudo.
Todo acabará con el reloj de arena de la nada,
estos ojos que nunca se me cierran
que son la púrpura que pide proseguir,
como yo te pido que tú no me salves.