domingo, 6 de marzo de 2011

RAZÓN TESTAMENTARIA



Yo supe siempre que todo acabaría
con un silencio de rocío extremo,
que es inútil la coartada infame 
en el tiempo ya sin tiempo,
aferrarse a las horas que ya no son mías
como la hiedra penetrante de final irreductible.
Yo sé que en la desidia del poniente,
el sembrado de añil se expande
con la luz de puesta de mi cuerpo desnudo.
Todo acabará con el reloj de arena de la nada,
estos ojos que nunca se me cierran
que son la púrpura que pide proseguir,
como yo te pido que tú no me salves.
  

2 comentarios:

Elena dijo...

Todos tenemos esa certeza, lo sabemos, y quizá por ello vemos inútil el intento de salvación.

Me gustan tus poemas Luis.
Un beso.

Luis Sánchez García dijo...

Elena,la salvación depende de nosotros mismos.
Me gusta que te gusten mis poemas.

Un abrazo amiga mía.