sábado, 12 de febrero de 2011

PLENILUNIO


No pedí la altura ni un cuarenta y dos de zapato,
yo estaba feliz en mi casa soñando en que los deseos
deben cumplirse si te los promete la luna,
el peldaño quince mas todo su consuelo,
no la sangrienta escalera propiciando los cincuenta,
acaso pedí el mundo de afuera,
reclamé al hombre si yo era un niño,
firmé algún papel donde me matabas,
y el regreso a mi ser verdadero, porque no hay regreso
de vereda repleta de chumberas,
dónde mi amor primero,
dónde mi dolor fehaciente, que restituye
sin prostituirse y no me deja sólo,
dónde todo lo por vivir sin miedos,
mi maleta de los sueños,
mi balón de delantero,
dónde mis padres descansados, diciéndome
te quiero,
no debí bajar de mi amasco de juegos,
me atraparon las espigas
cuando el sol brillaba demasiado
y no miré hacia arriba,
dime,
si me frotabas
hasta romperme en hebras,
por qué nunca pasaste los dedos
a través.
Por qué no me agarraste.

4 comentarios:

Elena dijo...

Mi querido Luis, la vida no se detiene en un 33 de zapato, avanza y así debe ser. Esa es su razón de ser, si no, no tendría sentido, sería una laguna de aguas estancadas y no un río de agua clara y corredora.
Un beso.

Luis Sánchez García dijo...

Elena: Así es no hay vuelta atrás, y sin embargo no hay cobijo interior,
estoy mojado todavía
de aquel tiempo de furia extraordinaria,
de amor imperdonable,
bajo la lluvia equivocada.

Un beso amiga.

Paloma Corrales dijo...

Indagando en los porqués uno va y viene, a veces a la deriva y otras en la noria... ahí andamos, y sólo sabemos que la pregunta tendrá como respuesta otra pregunta y así, y así...

Un abrazo largo, Luis.

Luis Sánchez García dijo...

Sólo el aire conoce
dónde duermo.
Me voy haciendo espacio
en la concha de nácar
de mi frío.

Un abrazo Paloma.