sábado, 26 de marzo de 2011

DE LA NADA

De la tarde que no llega nunca viva,
del tiempo que se desloma en un crujir exacto
sudado en la sazón de su derrota,
de la mujer que mira y nada ve,
del hombre que no se reconoce,
del sol que encumbra la marea si es que llega,
del dolor macerando y espantapájaros,
de la torre muda y solemne en el páramo,
del aguijón certero que traspasa ventanales,
del miedo que mi madre afirma,
del miedo porque mi madre tiene miedo,
de la ceniza última esparcida entre toros,
de los que cazan tus dos ojos cerrados,
del fuego encendido como brasero en la memoria,
del útero primer cartucho de la extenuación,
del acero que ha bruñido otro resol,
de la espada volteada por la espada,
de los que retienen todavía un aliento,
del grito que levanta espuma en los balcones,
de la guadaña del cielo que respiro,
... no me hago responsable,
cuando despierto y me despertenezco.


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