En tu cintura se quiebra la nieve,
y parten a raudales los estorninos
fugaces tus años derramando el vino,
mas mi corazón a quererte se atreve.
Me miras y ya todo ha pasado,
mi mano extendida en los corales
se mancha de llanto y de sales,
estoy convencido que me has matado.
Pongo mi amor en cuarentena
y al tiempo que parado no destruye,
a mi noche soñada de luna llena
que al olvido de tu otoño diluye,
y me libera de esta pesada condena,
mi amada resuelta y de frío, concluye.
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