Llego a ti y no te alcanzo
con mi abrazo más soñado,
¡que dolor, que descomunal herida!,
¡oh saber que no te tengo!,
y no poder olvidarte, nunca
sabrás de mi desconsuelo,
en el silencio que se rompe
como cristal ya predestinado,
nace imperceptible este amor
de otoños y centinela,
porque la sangre no medra,
porque la luz no se apaga
y trascienden hasta lo primitivo,
así te quiero yo, amada mía
aún después de la vida,
en lo ya extinguido, aún.
2 comentarios:
Navagando por las aguas de internet, llegué a tu bello espacio, un remanso de paz, de luz y de agradables sabores.
Saludos, si deseas me puedes visitar.
http://secuenciasdelalma.blogspot.com/
Gracias por tus palabras, compañera del alma tan temprano.
Si quieres pasar.
luissanchezgarcia.blogspot.com
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