Tan cerca estabas,en el monte que que proveía,
la viña del abuelo
supo de ti,
de tus deliberaciones.
Mañana de niebla, la marisma
invoca y alimenta en los días perdidos.
Pero cada vez que pasabas,
¡oh maravilla!,
las cosas cambiaban,
todo era diferente,
seguidamente el cielo
se abría de par en par
y cogía en su seno
la fortaleza recobrada,
el ánimo perdido,
y todas las llamadas del mundo.
A la salida de la escuela
un día entero, y otro...
tantas veces dejaste al panadero indeciso
mientras padre con la azada a cuestas,
se peleaba con los designios
de la naturaleza.
Y tras tu marcha requerida
siempre tardía, igual que tu llegada
dejabas un olor de futuro, de vida
gorrionera cobardía
y el horizonte se tornaba en siete colores,
sabes bien que si no llegas
... me niegas el arcoiris.